Es lo primero que se me ocurre tras leer la
entrevista concedida por el director de Salud Pública Julio Bruno Bárcena,
sobre el trabajo de vigilancia, promoción y prevención que desarrolla su departamento
en la consejería de Sanidad, eso sí, bajo un sugerente titular, “la Torre de
vigilancia de la salud asturiana”, en Asturias más conocida como “La atalaya de
Julio Bruno”.
Al final estos iluminados se terminan por creer sus
propias mentiras, algo que no tendría mayor importancia, de no ser que en el
camino estamos los ciudadanos, los cuales tarde o temprano seremos pacientes y
victimas, que sin haber solicitado nada, nos vemos envueltos en las decisiones
arbitrarias de todos estos pendejos, los cuales con tal de mantener su
poltrona, son capaces de propiciar las más rocambolescas situaciones, eso sí, a costa de los demás, con total falta de respeto
y sentido común, pero sobre todo carentes de responsabilidad, que si un día se
les puede llegar a demostrar, para entonces ya estarán alejados de la política
y en dorados retiros, pero es que además, contaran con el amparo de algún juez
por si fuera menester protegerlos.
Don Julio es otro de los demagogos del sistema, cosa
obvia por otra parte, pues de lo contrario no hubiera sido nombrado para ocupar
el puesto. Claro que cuando realiza afirmaciones, como que se debe de “actuar
aguas arriba para no tener que actuar aguas abajo”, algunos que somos muy mal
pensados ya lo vemos venir.
No contento con la anterior aseveración, poco después, se
nos despacha con otra reflexión de calado, “si conseguimos que usted no
se caiga al río aguas arriba, no tendremos que recogerlo ahogado aguas abajo”.
Por mi parte les puedo asegurar que lo había visto venir, pues lo que los
ciudadanos nos preguntamos una y otra vez, quien fue el que nos empujo al rio,
y como no podía ser de otra manera, seguro que el señor director nos dice
aquello de que el tan solo pasaba por la orilla, y fuimos nosotros los que nos
caímos solos.
Desde su despacho no se pierden de vista conceptos
como vigilancia, promoción y prevención, todos ellos son una autentica utopía
dentro de la sanidad asturiana. La vigilancia es la que los ciudadanos debemos
de mantener para no vernos envueltos en situaciones desagradables, que llegado
el momento puedan poner en riesgo nuestras vidas. Lo único que se promociona en
la sanidad asturiana son los cargos de libre designación, y el reparto de
prebendas entre los adeptos al régimen socialista imperante. Y que podemos
decir de la prevención, situación que nos lleva a recelar de todo y de todos, haciéndonos
sospechar en muchos casos, que ante lo que de verdad debemos de estar
prevenidos es de aquellos que dicen gestionar la sanidad, para así evitar caer
en sus garras.
Dicen que se encuentra libros con títulos tan
sugerentes como, -Encuesta de salud para Asturias
2012-2013 o Personas sanas, poblaciones
sanas: ordenación y elaboración de las Estrategias de Salud y Atención a la
Población con Enfermedad Crónica en Asturias-. Seguramente que son libros
comprados al peso para rellenar metros de estantería, no son ni para consultar
y mucho menos para ser leídos pues eso es algo más complicado, y ya no les
quiero decir nada si por parte de algunos se pretenden comprender algunos de
sus conceptos.
Según se comenta son unos
doscientos “profesionales” (ya saben lo que significan las comillas) los que
trabajan en el entorno del director general de Salud Publica, después nos
quejamos que la administración no dispone de suficiente personal, claro que
tiene, lo que ocurre es que está muy mal repartido. En este departamento se
encargan de elaborar encuestas, tales como las de nacimientos, muertes o
enfermedades. Los del departamento de nacimientos de un tiempo a esta parte están
temblando, e incluso desmotivados, ante la previsión de que por la falta de
trabajo desaparezca algunos de los puestos de trabajo, pero siempre podrán
pasarlos al de defunciones, que debido a las manos de los gestores de la
sanidad, tiene incrementado el trabajo en un 200%.
Comentan que desde la
atalaya se contempla el concepto sanidad en todo su conjunto, que no se
focaliza en el seguimiento de “casos puntuales”, cosa que algunos ya sabíamos,
y por eso lo venimos denunciándolo, al tiempo que exigimos una SANIDAD con
letras mayúsculas, donde todos seamos iguales, donde algunos conceptos como
global, sean algo más que un brindis al sol, y un recurso cargado de demagogia
de cara la galería, pero como dice un amigo mío, “la burra por lo que vale”,
dejémonos de “modelnidades” y otras zarandajas, que a cada uno le duele lo
suyo.
Pero cuando este tipo de
entes mantienen una relación transversal como reconoce el propio Julio Bruno en
su entrevista, donde al parecer lo mismo se trata con la Fomento, que con la Consejería
de Bienestar o la de Educación, algo no debe de estar funcionando del todo
bien, pues como es sabido, “el que mucho abarca poco aprieta”, así pues no es
de extrañar, que el gasto de recursos en la creación de este tipo de
chiringuitos, donde dar cabida a los amigos, colaboradores de campaña, afiliados
al partido y sindicato afín, dejen sin recursos las ya muy mermadas y
depauperadas arcas de la administración regional, y al final sean de nuevo los
pacientes los que sufran en sus propias carnes las mala gestione. El mal
reparto de los recursos autonómicos, el descontrol en el gasto público y el
despotismo ilustrado o no, de aquellos que dicen gobernarnos, nos hacen
recordar a la revolución francesa, con la famosa frase, “todo para el pueblo,
pero sin el pueblo”.
Si alguien llega leyendo
hasta aquí, que sepa que la culpa de todo lo antes escrito, la tiene la música
de fondo de “Los Indios Tabajaras”.
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Asturias24
Lunes, 20 de Abril de 2015
La torre
de vigilancia de la salud asturiana
El director general de Salud Pública, Julio
Bruno Bárcena, habla sobre el trabajo de vigilancia, promoción y prevención que
desarrolla su departamento en la consejería de Sanidad
Actuar aguas arriba para no tener que
actuar aguas abajo. Tal es, según el cirujano cabraliego que está al frente de
ella, el principio director que guía las acciones de una instancia de la
Administración pública tan importante como desconocida: la Dirección General de
Salud Pública. Julio Bruno Bárcena desvela así el sentido de la metáfora: “Si
conseguimos que usted no se caiga al río aguas arriba, no tendremos que
recogerlo ahogado aguas abajo”.
Vigilancia,
promoción y prevención es la palabra clave en esta planta de la consejería de
Sanidad, en la cual Bruno habita un despacho lleno de carteles y libros
editados por la propia Dirección General que llevan títulos comoEncuesta de
salud para Asturias 2012-2013 o Personas sanas, poblaciones sanas:
ordenación y elaboración de las Estrategias de Salud y Atención a la Población
con Enfermedad Crónica en Asturias. Doscientos
profesionales, nos cuenta Bruno, trabajan para la institución ocupándose de
cuestiones como la elaboración de registros o estadísticas de nacimiento,
mortalidad o enfermedades; encuestas sobre drogodependencia o campañas de
concienciación sobre seguridad alimentaria.
El objetivo del
catalejo con el que se escruta a la población asturiana desde esta atalaya no
es un teleobjetivo atento al detalle minúsculo, sino un gran angular preocupado
del paisaje. De lo que se trata es de radiografiar a la población asturiana
como conjunto a fin de desentrañar cuáles son los riesgos sanitarios generales
que la amenazan —por ejemplo, un suministro inadecuado de agua corriente en una
determinada zona, la contaminación atmosférica de otra o el envejecimiento
crónico de la población asturiana en su conjunto— y solicitar medidas a la
instancia correspondiente, que puede ser la consejería de Sanidad o no y que,
de hecho, en muchas ocasiones es la de Fomento. En otras puede ser la de
Bienestar Social o la de Educación, a quien compete poner en marcha programas
educativos como el Ni Ogros ni Princesas, sobre salud afectivo-sexual, o Toma
el Timón, sobre drogodependencias.
Espíritu abarcador
Solo funcionando
con este espíritu abarcador se puede garantizar el cumplimento de otra clave de
bóveda del propósito de esta dirección general: “Plantear sistemas integrados
de servicios de salud frente a sistemas desintegrados de asistencia sanitaria,
de tal manera que el individuo reciba un continuum de atención desde que nace
hasta que se muere, pero también que el ciudadano se implique, se
corresponsabilice, en su propia salud y entienda que la salud no sólo hay que
recuperarla cuando se pierde, sino que hay que cultivarla y preservarla frente
a los riesgos”.
La cuestión
crematística no es menor en todo este asunto. Tal como nos explica Bruno,
“nuestra comunidad llega a la primera década de este siglo con unas condiciones
demográficas desconocidas hasta el momento actual: una esperanza de vida
inimaginable y una fecundidad extremadamente baja, la más baja de la Unión
Europea”. De ello deriva que la cronicidad sea “un problema creciente que,
según los datos de la última Encuesta de Salud, afecta ya al 32% de la
población asturiana, y que genera hasta el 70% del gasto sanitario”. En ese
contexto, formar y concienciar a la población en la importancia de la salud y
en formas de preservarla sin necesidad de acudir al sistema sanitario es una
forma de ahorrar recursos sin degradar los servicios.
Aquí es donde
entran en juego campañas como el Día Mundial de la Actividad Física, iniciativa
destinada a que la gente “se conciencie de que un montón de enfermedades
dependen directamente del sedentarismo y la obesidad y que no sólo no basta con
tomar una pastilla para curarse, sino que podría dejar de tomarse si se tienen
unos hábitos de vida saludables”. Paralelamente, la dirección general procura
actuar asimismo sobre los determinantes en salud, que Bruno divide en tres
grupos: los individuales (consumos nocivos, sedentarismo, etcétera), los
ambientales (contaminación) y los sociales (desigualdad, pobreza…).
Seis servicios
vertebran la acción del departamento: promoción de la salud y participación,
con José Ramón Hevia Fernández al frente; evaluación de la salud y programas,
de lo cual se ocupa Rafael Cofiño; vigilancia epidemiológica, de la cual se
encarga Ismael Huerta; riesgos ambientales y alimentarios, labor de José
Ignacio Altolaguirre; laboratorio de salud pública, al frente del cual se
encuentra María Ángeles Berian; y consumo, parcela de actuación de Adolfo
Sánchez Maquinay. Bruno nos recuerda que al actual Gobierno se debe la
creación, por primera vez —recalca—, de una figura responsable en materia de
salud pública en cada una de las ocho áreas sanitarias: algo así como una
versión de sí mismo a escala comarcal.
Programa Paciente Activo
Entre las
iniciativas puestas en marcha por la dirección general, Bruno destaca con
especial énfasis el Programa Paciente Activo, “que consiste en crear escuelas
de pacientes en las que se enseña a enfermos crónicos a responsabilizarse de su
enfermedad: saber qué les pasa y por qué y cómo tienen que actuar para tener
una mejor calidad de vida”. Con ello, explica el director general, se busca y
se consigue “mejorar la relación del paciente con el sistema sanitario, evitar visitas
innecesarias al centro de salud y reducir la medicalización”.
“La salud es la
unidad que da valor a todos los ceros de la vida”, decía Fontenelle. Julio
Bruno cifra, por su parte, el porcentaje de importancia de las estrategias de
Salud Pública para la salud individual de las personas en un 50%, exactamente
la mitad de un cien que completan un 10% de condiciones genéticas, un 10% de
calidad de los hospitales y centros de salud y un 20% de características del
medio ambiente; antes de lamentar que los medios de comunicación sólo se
acuerden de Santa Bárbara cuando truena y de su dirección general cuando alguna
crisis —desde una epidemia hasta un vertido petrolífero— la ubica en el centro
de la polémica.
Ya se sabe que
la noticia es que un hombre muerda a un perro, no que un perro muerda a un
hombre; y que el ébola azote al país, no que deje de azotarlo como resultado de
una política de salud pública eficaz.
O sea que de ninguna manera os pongais enfermos. Hay que joderse!
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